domingo, 19 de julio de 2009

On the Beach - La hora final

Entre las abundantes distopías contemporáneas hay una que suele repetirse: ¿Qué pasaría tras una guerra nuclear? Esa pregunta se ha repetido desde que los americanos decidieron acabar con la cabezonería japonesa con un par de bombazos y luego los rusos decidieron que no iban a ser menos y también se hicieron con sus juguetitos atómicos.
En 1957 Nevil Shute, un novelista bastante popular en su época, publicó la novela "On the Beach". En ella contaba cómo tras un devastador intercambio nuclear, todo el hemisferio norte quedaba arrasado (el que el autor viviera en Australia es de suponer que algo influyó en esto) y sólo en el sur era posible la vida... temporalmente, porque la radiación se extendía y envenenaba todo y a todos. La novela tuvo bastante éxito y dio lugar a una película en 1959. Se tituló igual que la novela y en español la titularon con el muy adecuado "La hora final". Dirigida por Stanley Kramer y protagonizada por Gregory Peck, Ava Gadner, Fred Astaire y Anthony Perkins y relativamente fiel a la novela. Cuenta como el USS Sawfish, un SSN americano, llega a Australia al mando del Capitan Towers donde se pone a disposición de las autoridades, las cuales quieren usarlo para comprobar si es posible que el nivel de radiación haya bajado en el norte y poder trasladar a parte de la población. Esta esperanza parece reforzarse por señales que proceden de San Francisco y que nadie se explica. Mientras el submarino se alista para su nueva misión Towers es acogido por el Teniente de Navio Peter Holmes (Anthony Perkins) que le presenta a su cuñada Moira (Ava Gadner) y al científico Julian (Fred Astaire). El viaje se realiza, pero se revela inútil. Al final todos están condenados.
Mientras que la novela a la vez que un drama es un canto a la fidelidad y al deber, en la película la primera queda un poco desvaida por evidentes razones comerciales. En la novela Towers es fiel a su difunta mujer y no cae en brazos de Moira, en tanto que en la película es obvio que par ser más taquillera hay un romance entre los dos. Sin embargo cuando los sintomas de la radiación se hacen evidentes entre sus hombres y éstos le piden volver a casa, Towers toma la decisión de ser él quien los lleve de vuelta a morir en la patria. Este final, toda una representacion del deber y el honor, de la responsabilidad del mando para con sus hombres fue escrupulosamente respetado en la película. La escena final con Towers en el puente mirando al horizonte antes de dar la orden de inmersión, sin mirar atras, y con Moira en la playa viendo alejarse el submarino es de las mejores que recuerdo en el cine.
Curiosamente, o no tanto, la película no contó con el apoyo de la Marina de los Estados Unidos y el submarino que aparece es el diesel HMS Andrew de la Royal Navy. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos alegó que no era muy adecuado para la moral de la población una película tan desesperanzadora, pero cuándo la verdad ha de ser esperanzadora.
Hasta otra.