lunes, 5 de enero de 2009

Franz von Papen - Mariano Rajoy Brey

Plutarco fue un historiador, filósofo y ensayista griego del siglo I de nuestra era. Más moralista que filósofo o historiador, fue uno de los últimos representantes del helenismo. Bien en consonancia con un mundo que terminaba. Su obra más famosa es Vidas Paralelas, en la que intenta comparar virtudes y defectos de griegos y romanos famosos a través de biografías emparejadas un griego-un romano. Han sobrevivido 23 pares y cuatro desparejadas, amén de muchos fragmentos. Plutarco no pretendía tanto escribir historias como explorar la influencia del carácter (fuera bueno o malo) sobre las vidas y los destinos de los hombres famosos. Lo más seguro es que de vivir hoy haría lo mismo. Quién sabe si una de esas vidas paralelas sería la del título. Es dudoso, pero es posible.
Franz Joseph Hermann Michael Maria von Papen zu Köningen, era un noble alemán, militar de carrera y oficial de Estado Mayor, diplomático, católico y monárquico. Canciller de Alemania en 1932 y Vicecanciller entre 1933 y 1934. Enviado como agregado militar a la embajada de Estados Unidos en 1913, fue expulsado en 1915 por sus excesivamente notorias actividades como espía. Incluso hay quien dice que fue uno de los responsables del desatino de provocar a los Estados Unidos para entrar en la I Guerra Mundial, gracias al informe que presentó al volver a Alemania. Una vez en la patria sirvió en diferentes frentes y alcanzó el grado de Teniente Coronel. Muy bueno no debía ser, porque a pesar de su rancio abolengo no fue elegido para el Cuerpo de Oficiales de la Reichswher. Entró en política, y en lo único que destacó fue en sus conspiraciones, le conocían como el diablo con chistera... y eso que su partido era el Zentrum, en teoría católico. Sus maniobras le valieron ser Canciller en el 32... tras traicionar a su partido por lo que fue expulsado. Siguió maquinando y lo único que logró fue el incremento del poder de los nazis y su consolidación. Al final, con tal de seguir en el machito, fue Vicecanciller de Hitler, convencido de que así lo domesticaría. Cuando vio que no era así intentó ponerlo en evidencia con lo que se conoce como el discurso de Marburg. No sirvió de nada y fue forzado a dimitir. El 30 de junio de 1934 tuvo lugar lo que se conoce como "Noche de los Cuchillos Largos". En esos sucesos entre el 30 de junio y el 2 julio Papen fue detenido y tres colaboradores suyos asesinados (entre ellos el autor del discurso). Ni por esas Papen dejó a Hitler. Seguramente convencido que todavía podía hacer algo, siguió en política. Embajador en Viena y Ankara, al terminar la guerra fue detenido y acusado por el Tribunal de Nuremberg de "Crimenes contra la paz", fue absuelto. Intentó volver a la política, pero su pasado se lo impidió.

¿Que tiene de común Rajoy con Papen? Más de lo que parece. Hoy se ha sabido que Rajoy no se retirará ni aunque pierda hasta la camiseta en las elecciones próximas. O sea: es capaz de lo que sea con tal de seguir en el machito. Se ha cargado el, no ha necesitado que sea otro, a sus colaboradores, permite que un personaje de calidad democrática dudosa medre y pretende domesticar a los nacionalistas. No soy Plutarco, ni estoy en las cocinas de la política, pero ¿No suena a von Papen?. Esperemos que Zapatero no suene a otra cosa, pero tengo mis dudas.

Otro día más.

viernes, 2 de enero de 2009

Patos Salvajes

Patos Salvajes (The wild Geese 1978) es una pelicula realmente curiosa. Machacada en su momento por la crítica tuvo, como tantas otras, un gran éxito de público y que dio lugar a dos secuales perfectamente olvidables.
Protagonizada por Richard Burton, Richard Harris (Un hombre llamado caballo), Roger Moore (el James Bond de la época), Hardy Kruger (El secreto de Santa Vitoria o El vuelo del Fenix original) y Winston Ntshona (Una árida estación blanca), con la aparición como malo de Stewart Granger (El prisionero de Zenda) tiene una trama bastante simple. Un banquero sin escrúpulos contrata a un viejo coronel mercenario (Richard Burton) para rescatar a un lider africano (Winston Ntshona). Burton acepta y elige a su equipo. Salvo Richard Harris, exitoso tratante de arte, y un enfermero ligeramente afectado (un personaje entrañable y divertido), el resto son perdedores, gente a la que la vida ha derrotado y que en la mayor parte de los casos lo único que buscan es una segunda oportunidad. Una nueva ocasión de volver a ser jóvenes o de reconstruir su existencia. En el fondo todos lo que buscan es un objeto a sus vidas y, en cierto modo, huir de un mundo donde la moral, la ética y el honor no existen. Pues esa es la gran paradoja de esta película: los únicos con moral y honor son los mercenarios. Aquellos que pensamos que son los triunfadores, los modelos a imitar son unos seres no amorales, sino inmorales. Saben que lo que hacen está mal, pero les reporta beneficios y por lo tanto lo hacen. El daño que ocasionen a los demás se la trae al pairo. Los momentos cumbre de la película son cuando Roger Moore mata a un traficante de drogas y cuando Richard Burton, tras tener que matar a su mejor amigo y ver morir a muchos de sus hombres, se venga del banquero que les ha traicionado.
Esta película es casi un símbolo, no del mundo de los 70 y 80, sino de lo que ha venido después. Todo, o casi, tiene como héroes, como modelos a imitar a personajes deleznables. El sacrificio, el trabajo, el honor de hacer las cosas bien, simplemente porque hay que hacerlas así, el no buscar el triunfo a cualquier precio, eso ya no cotiza. Y así nos va. Que pena que no se pueda hacer como con el banquero de la película.
Otro día más.