sábado, 18 de septiembre de 2010

El Cardenal

Un pequeño descanso de la historia todos esos enloquecidos charlatanes que pretenden arrasar con nuestra felicidad. En concreto voy a hablar de una peli.
En 1963, el director austríaco Otto Preminger produjo y dirigió la película "El Cardenal". Con el pretexto de contar la historia del Cardenal Stephen Fermoyle (inspirado en la vida del Cardenal Francis Spellman), hace un repaso a la historia del siglo XX. Desde la I Guerra Mundial hasta los prolegómenos de la II Guerra.
Protagonizada por Tom Tryon y con la aparición de una deslumbrante y joven Romy Schneider y un no menos impresionante (en otros aspectos) Jhon Huston relata la vida de Fermoyle en una serie de flashbacks mientras es creado Cardenal. Repasa su vida, su ordenación, su primer destino y la lección de humildad que recibe de un cura fracasado protegido de un Cardenal (Cardenal al que encarna un Huston impresionante). Sus dudas y primer viaje a Viena, su primera misión delicada en el Sur profundo y finalmente su vuelta a Viena ya con los nazis en ella. Especialmente interesante (y por eso lo traigo a colación) la parte final. En ella nos muestra cómo la contemporización con el mal, representado por los nazis, nunca es beneficiosa, aunque se considere el mal menor. El Cardenal Primado de Austria intenta acomodarse a la voluntad de Hitler con la esperanza de que respete a los católicos. Naturalmente nada de eso pasa. Los católicos y todas sus organizaciones, son inmediatamente perseguidos una vez que logra sus objetivos el Sumo Sacerdote del neopaganismo. Todo el sacrificio es vano.
La moraleja es evidente. Nunca, bajo ningún concepto hay que considerar siquiera la posibilidad del pacto o de la convivencia con aquellos que hagan bandera de la opresión, de la persecución o de la supresión de cualquier libertad so capa de los derechos colectivos. Los derechos son siempre del individuo. El que habla en nombre de los derechos de grupos, es porque piensa eliminar los de la persona.
Triste lección que nunca se ha aprendido.

Hasta otra.