viernes, 25 de diciembre de 2009

Banalidad

Hannah Arendt era una pensadora judía, que no sionista, que estudió de una manera curiosa el origen del holocausto. Investigando sobre la reunión de Wansee, donde se decidió el destino de la población judía de europa, la definió como la banalidad del mal. Los que allí estaban eran incapaces de comprender la enormidad de lo que estaban decidiendo. La gente sólo eran números y ellos se consideraban meros ejecutores de una orden. No eran capaces de entender la infinita malignidad de lo que estaban haciendo.

Si hay algo que llame la atención de la sociedad actual es su banalidad. Sólo lo frívolo, el circo, el divertirse, los famosillos de tres al cuarto parecen interesar. No se si es porque es lo único que se ofrece como objetivo en la vida o por la caja tonta. Así la gente se va vaciando internamente, perdiendo su espíritu, su razón, su empatía por el prójimo. Y todo ésto ¿Para qué?

Resulta que esta clase de personas, vacías y anodinas, se pueden convertir en fanáticos perfectos. Les basta que alguien llene ese vacío interior, esa nada existencial que es su vida. De ese modo se convierten en instrumentos ciegos de cualquier causa disparatada. Y lo peor es que son las presas más fáciles y los que más felices luego van al matadero. Simpáticos corderos a la espera de monstruos como los de Wansee.

Hasta otra.

P.D: Ayer discurso del borbón. Invoca la nación, la unidad, el diálogo. Muy bien, porque no se lo cuenta a sus amigos sociatas y separatistas. Porque este tío es con quien se habla mientras que a los que defienden (defendemos) lo que invocó ayer nos da por... . Y luego pretenderá que alguien lo apoye. Lo tiene claro. A ver cuándo nos libramos de los borbones de manera definitiva. Lástima de guillotina.

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