domingo, 5 de abril de 2009

Atado y bien atado

En el año 333 a.C, Alejandro Magno se dirigía a conquistar Persia. Tras someter a Frigia se encaminó hacia la localidad de Gordión, donde se conservaba un nudo que la tradición y la leyenda, le daban un significado especial. Según ambas, el que lo deshiciera conquistaría Asia. Alejandro simplemente desenvainó su espada y lo cortó.
Esto viene a cuento de lo siguiente. Dicen que Franco, en su agonía final, llegó a decir sobre el futuro que todo estaba atado y bien atado. Realmente es dificil saber si fue él o alguien de su entorno, pero lo que es seguro es que tanto en un caso como en otro seguramente lo deberían de pensar. Sin embargo llegó un simple funcionario del movimiento, que ni siquiera había salido de España en su vida y con la ayuda de algún jerarca, desataron lo que creían estaba bien atado... ¿Seguro que lo desataron? Yo siempre he tenido mis dudas. En un país, donde los poderes fácticos no responden a cuestiones patrióticas o de Estado (usando un galicismo), es difícil creer que todo no estuviera programado. Si uno observa quienes estaban en el poder económico y político en los 50, 60 y 70, y los que hay ahora, se llega a la nada halagüeña conclusion de que o son los mismos o son sus hijos... ¿Realmente ha cambiado algo? Ni lo más mínimo, simplemente se adaptaron. Sabían lo que iba a pasar, cogieron a un tonto útil que dió la impresión, y él mismo se lo creyó, de que hacía una reforma que permitía superar la dictadura y... a vivir.
Ahora 34 años después de la muerte del dictador, todo da la impresión de que el régimen da boqueadas de agotamiento. Intentan por todos los medios silenciar a quien protesta, imponen una dictadura peor que la del innombrable: aquel que no está de acuerdo, no recibe dinero, va al paro, no trabaja, pasa hambre. El problema es que los que protestan, los que dan voz a la disidencia, son justo los que no necesitan el dinero público, el dinero de las subvenciones, dinero con el que se encadena a los nuevos esclavos, que ni siquiera saben que lo son. Pero a fin de cuentas tarde o temprana alguien desenvainará la espada, cortará el nudo y conquistará Asia.
Hasta otra.

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