jueves, 26 de marzo de 2009

Cuando callan las trompetas

La Batalla de Hürtgen Forest, probablemente fue la más feroz y desesperada librada en el Frente Occidental en la II Guerra Mundial. Entre el 19 de septiembre de 1944 y el 10 de febrero de 1945, en apenas 129 kilómetros cuadrados, norteamericanos y alemanes se batieron con denuedo. El Primer Ejército de los Estados Unidos sufrió 33.000 bajas y los alemanes entre 12 y 16.000. De hecho los últimos MIA del ejercito americano localizados en Europa lo fueron en este bosque. Lo más triste del asunto es que hoy nadie recuerda esa batalla, oscurecida por la más famosa de las Ardenas y la resistencia de la 101 División Aerotransportada en Bastogne.
Es en este escenario donde se desarrolla esta película del director John Irvin (La colina de la Hamburguesa). El soldado David Manning (Ron Eldard) lo único que desea es volver a casa de una pieza. No es cobarde, simplemente hace lo necesario para cumplir con su deber sin meterse en líos. Tras perder el contacto con su unidad, intenta alcanzarla con un camarada gravemente herido. En un alto, él le ruega que lo deje y así lo hace. Al alcanzar a los suyos descubre que es el único superviviente de su pelotón e intenta que lo declaren baja psiquiátrica. Sin embargo su capitán le asciende a Sargento y lo pone al frente de los relevos. A partir de ese momento se da la transformación del Soldado renuente a cumplir con su deber al héroe. Y eso es lo que hace a esta película curiosa en los tiempos que corren. En lugar de alabar la irresponsabilidad y la falta de compromiso muestra que el camino correcto es justo el más impopular. Al final el propio Manning, ya Teniente a su pesar y herido, es llevado por uno de sus hombres por el mismo camino que él llevó a su camarada. Irvin no muestra si sobrevive o no. En cualquier caso si muestra que el compromiso es el camino a seguir. Por muy duro que sea.
Otro día más.

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