domingo, 25 de mayo de 2008

¿Se cree que esto es un servicio de taxis?.

En algún otro de mis post he hablado de la decadencia del Imperio Romano. Hasta nosotros sólo nos han llegado los ecos de batallas y de derrotas y los susurros de sus consecuencias. Nadie habla del ambiente real en la vida romana, o al menos no conozco a ningún clásico que lo haga, ni siquiera Cátulo cuya poesía era más bien pornográfica y reflejaba más bien la decadencia y ruina moral que otra cosa. Nadie habla de la administración del Estado romano, pero es de suponer que iría pareja.

Viene esto a cuento de lo acontecido a una amiga mía. El sábado volvía de un viaje a Italia y le tocó hacer cola en las ventanillas del AVE de Atocha. Mientras esperaba le voló el bolso. Su contenido es lo de menos, lo de más es lo que vino después. Nerviosa acudió al Guarda Jurado que había en las ventanillas y cuando preguntó por la policía este le dijo que la comisaría de la estación CERRABA LOS FINES DE SEMANA y que todo lo que podía hacer era llamar a la policía así lo hizo a través del 112 (que si que funcionaba), como no aparecía nadie volvió a llamar al 112. En esta ocasión le pasaron a la policía que le dijeron que fuera a la comisaría de Fuencarral. Cuando mi amiga les dijo que no tenía dinero, que no era de Madrid y que era una ciudadana española que estaba desasistida, el policía le contestó: “¿Se cree que esto es un servicio de taxis?” En ese momento mi amiga colgó y lloró amargamente.

Lo que esta historia, verídica y que no saldrá en ningún reality, nos muestra es que al parecer nuestros funcionarios, nuestros empleados públicos, se dedican única y exclusivamente a cobrar de NUESTROS impuestos y a los que les pagamos el sueldo que nos vayan dando. Nosotros, sus jefes, no tenemos derecho a ningún tipo de asistencia, no tenemos derecho a que un juez nos proteja, no tenemos derecho… ¿a nada? ¿Sólo a pagar y a callar? ¿Fue esto lo que le pasó al Imperio Romano? Bueno, si es así nos queda el consuelo de que a ellos también les tocará, pero maldito consuelo.
Hasta la vista y a por ellos. Son pocos cobardes y además no tienen razón.

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