martes, 17 de marzo de 2009

Desinformación. Hablar sin decir nada.

Durante el juicio del 23-F, uno de los acusados era un Coronel de los Servicios de Inteligencia. El tipo contestaba con pelos y señales a todo lo que le preguntaban, pero luego al analizar las contestaciones resulta que no había dicho absolutamente nada... .
Algo parecido tenemos con nuestros políticos y la gente, que al menos en teoría lidera la sociedad. Todos hablan mucho. Todos lo hacen de tal modo que parecen religiosos dando sus sermones o sus predicaciones. Es de suponer que con el ánimo, avieso, de que creamos que siempre dicen la verdad y son fiables. Sin embargo es difícil creerles. Les falla el que casi siempre leen. De manera cansina, monótona, aburrida, como autómatas. Se nota que ni ellos se creen lo que dicen. No le ponen alma al hablar. ¿Cómo va a creerles la gente? Al menos aquel Coronel captaba la atención de sus interlocutores y sólo se daban cuenta cuando leían sus declaraciones más detenidamente. Quizá tomo clases de arte dramático, además de oratoria. Algo que Hitler hizo de un actor de la época. Y tampoco decía nada, pero engañó a la nación más culta de la época. A nosostros se ve que es más fácil engañarnos.
Hasta otra.

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