sábado, 30 de agosto de 2008

La Caza... del Conejo

En 1966 Carlos Saura dirigió La Caza. El director contaba, que cuando le llamaron de la censura, su mayor temor era encontrarse el guión subrayado en rojo de arriba a abajo. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que sólo lo estaba el título. Intrigado preguntó por qué. El censor le dijo "La caza... del conejo". El estupor de Saura aumentó. No comprendía que pasaba y así se lo hizo saber al funcionario. "Hombre el conejo...". Entonces se dio cuenta de que hablaban de conejos diferentes. Saura suprimió el dichoso "del conejo" y rodó una de las más feroces críticas al franquismo del cine de la época. El censor ni se enteró, obsesionado con el sexo.
En una dictadura el manejo del lenguaje y los símbolos, para expresar el malestar, criticar o simplemente intentar hacer más llevadera la situación es fundamental. Sobre todo para no acabar encerrado. Naturalmente para ello la gente ha de tener un minimo de cultura, de vocabulario, de razonamiento... El vocabulario y los giros que se le pueden dar a las palabras es fundamental. No es cuestión de saber qué es un cuarteto de cuerda, sino saber su relación con una orquesta sinfónica (¿Qué es un cuarteto de cuerda? se pregunta un ciudadano cubano, lo que queda de la Orquesta Sinfónica de Cuba tras una gira por el extranjero, le contestan). El problema ahora es que, en muchas ocasiones no se muy bien en que idioma me hablan. Se que es algo parecido al español, salpicado con muchos "Co...", super-lo que sea, y cosas por el estilo. Para acabar de rematarlo, los grupos de moda cantan con letras que se comen la mitad de las sílabas y no hay manera de entender lo que dicen (me refiero a barrio) con lo que ya tenemos el cocktail servido. La natural vagancia a la hora de hablar unido a unos tíos que triunfan masacrando el español hacen el resto. No es que me importe su pinta de macarrillas duretas de tres al cuarto (que claro que me molesta), pero al recortar vocabulario y capacidad verbal, se restringe la capacidad de razonamiento abstracto y lógico. De esta forma es más fácil colar disparates absolutos como cuestiones razonables, y majaderías tenebrosas como si fueran cosas sin importancia. Simplemente porque la gente no tiene, porque han hecho que la pierda, capacidad para razonar. Así películas como La caza hoy no serían posibles. La gente sólo vería tíos que se matan entre sí en una cacería (ya se ve todos los días en la tele), no que esos tíos eran falangistas y que el único superviviente es, precisamente, quien no lo es, ni ha vivido la guerra. Y que es en ellos donde está la esperanza, no en el régimen, venía a decir el director aragonés.
Aunque claro, tampoco conviene que la gente piense, mientras los derechos de verdad (a la vida, a la propiedad, a pensar y a expresarse) son machacados y nos colocan otros que ni lo son, ni los hemos pedido, con el único objeto de mantenernos entretenidos.
Hasta la vista y a por ellos. Son pocos, cobardes y además no tienen razón.

No hay comentarios: