martes, 4 de noviembre de 2008

Populismo III

Edward Gibbon (1737-1794) fue un historiador y erudito británico y hay quien sostiene que es el historiador más influyente desde Tácito. Su gran obra, y por la que es famoso, "Historia de la decadencia y caida del Impeio Romano", ha tenido una influencia extraordinaria en la historiografía moderna; aunque para algunos ya está muy desfasada. No obstante sigue siendo muy interesante su lectura. Para Gibbon todo empieza con el cristianismo que iba en contra de la libertad intelectual y moral que caracterizaban al Imperio Romano. También responsabilizó al pobre Cómodo, hijo de Marco Aurelio y muy alejado de la imagen que Hollywood nos ha dado de él. Seguramente el desdichado se encontró con una situación nada envidiable. Después de todo su padre había fallecido de peste, enfermedad que estaba diezmando las legiones del Danubio y que le obligó a zurcir una paz con las tribus bárbaras. Al regresar y celebrar el triunfo llevaron el "regalito" de la epidemia a Roma.

Hoy por hoy se puede considerar a los Estados Unidos como la nueva Roma. La libertad intelectual y moral que, a pesar de muchos, reinaba en ese país ayudó a su desarrollo más que el imperialismo de que le acusan. En cierto modo el desarrollo económico consecuencia de la libertad ha sido el que ha ayudado a que sean la nación que son. Esa libertad está hoy amenazada curiosamente por un partido que se llama a si mismo demócrata, que ha tenido como bandera las libertades individuales, pero que está obrando de una manera inmoral, ofuscando la verdad, y señalando al rival como el paradigma de todos los males. Todo ello con un candidato perfectamente deleznable en todos los sentidos: Barak Hussein Obama.
Con una retórica prefabricada, que sólo es capaz de sostener ante periodistas amigos, y éstos a su vez se niegan a entrevistar a los rivales de su "amo". No sólo éso, estos periodistas se comportan de una forma infame: son todos de un izquierdista y un proislámico que ni los mayores enemigos de Estados Unidos podrían haber soñado. Y lo que es peor, muchos de los apoyos recibidos por Obama no se deben a que sea mejor que su rival o que ofrezca algo mejor. Se deben a que es negro, y esto está por encima de cualquier ideología. Esto que es habitual en el Tercer Mundo era impensable en un país occidental. Algo realmente sombrío.

¿Qué se puede esperar? Obama tiene un primo. Primer ministro de kenia: Raila Odinga (en la foto). Es un marxista absoluto. Ha machacado a la oposición, incendiado iglesias, concurrió a las elecciones con el lema "Plataforma para el cambio" (¿Les suena?) y... la que organizó tras ser declarado perdedor fue buena... . Pues bien nuestro amigo Obama, no sólo no le reprochó que él también hubiera participado en el pucherazo (no sólo lo dió el vencedor), no le recriminó por haber lanzado a sus partidarios a las calles y haber llevado a su país al borde de una guerra civil, no: le felicitó.

¿Qué hará si pierde? Seguramente no admitir su derrota y probablemente, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, no apoyará al candidato electo. Eso si no hecha a sus partidarios también a la calle. ¿Qué pasará si gana? Bueno, seguramente lo que a Kennedy.

Lo triste del asunto es que aunque gane, los enemigos de los Estados Unidos no van a querer más a los americanos. Los progres no comprenden que los odian igualmente. Los odian porque son americanos y representan lo que más detestan los enemigos de la libertad: una nación que desde sus orígenes ha sido una democracia, donde los hombres eran libre de elegir y donde la libertad intelectual y moral eran sagradas. Todo eso puede evaporarse como un sueño si gana Obama.
Otro día más.

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