domingo, 7 de septiembre de 2008

La leyenda del Indomable III. Dicky, pero no Tricky.

La gente que escuchó aquel debate entre los candidatos a Presidente le dieron por ganador. Sin embargo, los que además lo vieron por la tele pensaron que quien había ganado era su rival. Analizando sus intervenciones, él había sido más contundente, más claro y conciso y con propuestas más sensatas y adecuadas. Su rival sólo era humo e imagen. En las elecciones perdió por apenas cien mil votos. Un porcentaje ridiculo del censo. Para rematarlo, el vencedor protagonizó uno de los pucherazos más burdos y ocultados de la historia. Pero él admitió su derrota pensando en el siguiente combate. Él era Richard Milhouse Nixon. Su rival era John F. Kennedy, un hijo de papa que curiosamente ha pasado a la historia como la encarnación del sueño americano, cuando en verdad era Nixon el sueño americano.



Nixon nació en Yorba Linda, California, en 1913 en el seno de una familia de cuáqueros que regentaba un pequeño colmado que apenas les daba para mantenerse. Tuvo una educación estricta por parte tanto de su madre como de su padre. Le enseñaron que sólo el trabajo duro y la lucha continua era lo que servía en la vida. Y él lo aprendió. Hizo todos sus estudios con becas y unas notas extraordinarias que le abrieron las puertas de la Universidad de Harvard. Sin embargo no pudo ingresar debido a que no podía permitirse el residir en el Campus. Así acabó en la Universidad de Duke, de mucho menos glamour. Hay que tener en cuenta que Harvard, Yale y Princeton son las Universidades de la "realeza" americana, de la élite. Aquel que no ha estudiado en ellas, es y será un outsider. Y eso es lo que fue Nixon toda su vida. Kennedy, en cambio, pertenecía a esa "realeza" de Princeton. Y era millonario de cuna, por lo que no tuvo ninguna dificultad para lograr lo que quería de joven.

Al empezar la II Guerra Mundial, y pese a que podía haber objetado, se alistó en la marina. Nueva diferencia con Kennedy. Mientras Nixon fue a destinos de combate desde el principio y alcanzó el grado de Capitán de Fragata, Kennedy fue librado de ellos por "papuchi" hasta que se lió con una espía nazi y para evitar el escándalo lo enviaron a un destino en el Pacifico, donde por su negligencia e incompetencia perdió su lancha. Luego papi lo tapó y volvió a casa como un héroe y de Teniente de Navío, cuando debía haber sido licenciado con deshonor.

Tras la guerra los dos empezaron su carrera política. Nixon, feroz anticomunista aunque pragmático (había que convivir con naciones comunistas, pero no admitir que su país lo fuera), destacó en el comité de actividades antiamericanas y ya entonces se vio que a sus adversarios los trataba como enemigos. Usaba todos los medios para atacar y destruir, lo que le ganó el apodo de Dicky Tricky, Dick el trapacero. Nominado como vicepresidente en la candidatura de Eisenhower en el 52, contra la voluntad de este. Aunque lo intentó no pudo deshacerse de él cuando se le acusó de financiación ilegal y Nixon usó la televisión para defenderse. Cuando en el 60 Nixon se presentó a la elección como presidente, Eisenhower no le apoyó y en el debate televisivo que he mencionado cometió el error de no aceptar ser maquillado con lo que su aspecto no era agradable (ojeroso y barbudo). Asi que ganó Kennedy. Mas tarde se ha sabido que su victoria fue un pucherazo en toda regla, pero nadie parece querer saberlo. Kennedy empezó a grabar las conversaciones en el despacho oval, metió a su país en la guerra de Vietnam y fue su nefasta gestión de la crisis de Cuba y el faltar a muchas promesas hechas para llegar a la presidencia, lo que probablemente le costó la vida.

En el 68 fue la oportunidad de Nixon. Había guardado silencio con las trampas de Kennedy, que conocía, para no cerrarse el futuro y esperó. Al final consiguió aquello que muchos dicen: que cualquiera puede llegar a ser Presidente de los Estados Unidos. Incluso el hijo de un tendero. Heredó sin embargo a más de 500.000 soldados en Vietnam, una guerra impopular empezada por un demócrata, que se vió obligado a seguir hasta conseguir unas condiciones honrosas.

Los progres nunca le perdonaron no haberse conformado con ser un buen abogado. El escándalo Watergate, en la práctica un golpe de estado dado por el propio entorno de Nixon, pudo con él. Pese a que hubiera luchado como un León para defender su honestidad e integridad se vio obligado a dimitir. Como bien dice Anthony Hopkins en Nixon, mirando el retrato de Kennedy: "¿Por qué cuando te miran a ti ven lo que quieren ser y cuando me miran a mi ven lo que son?". Al final fue la imagen lo que venció al hijo del tendero. El hijo del millonario sigue representando el sueño americano.

Hasta la vista y a por ellos. Son pocos, cobardes y además no tienen razón.

No hay comentarios: